Retroceder
unos pasos para saludar a las yeguas. Panzas hinchadas, largas crines, andares
pesados. Criadas para criar. Se acercan por si tienes algo
para ellas, un mendrugo de pan tal vez. Pobrecillas, tan mansas.
Saltos de agua que vienen por la
ladera, pasan por debajo del camino y continúan por la pendiente, en un largo y
fino hilo que atraviesa el bosque. Agua poderosa bajo su apariencia delicada.
Discreta y sonora, siempre decidida a llegar a su destino.
*
¿A qué hora empieza el
concierto de las ranas?
El
gran árbol caído durante los temporales, de hechuras grandes y apretadas,
troceado para despejar el camino.
Primeras
florecillas silvestres en los bordes del camino. Moradas, cabizbajas,
marginales.
Un
caserío abrazado
por dos grandes
mimosas en flor.
Qué embriaguez
al abrir las
ventanas.
*
El viento frío
arrecia en el collado.
Es un alivio
meterse
ladera abajo.
En Aiako Harria, marzo de 2018.