El caserío de Sasamón apiñado en torno a su iglesia
Sasamón, la antigua Segisamo de los turmogos, se
encuentra a 30 kilómetros al oeste de Burgos, con un cómodo acceso por la
autovía a León. Los turmogos fueron un pueblo de agricultores y pastores que vivieron
en estas tierras desde el siglo IV a.C. hasta que fueron sometidos por Roma
entre el año 73 y el 56 a.C. –Hoy es un municipio de unos 1300 habitantes
repartidos en seis localidades.
La mañana de primavera (sol y algunas nubes) no
puede ser más agradable para caminar por estos espacios parameros dedicados al
cultivo del cereal. Salgo hacia los campos por la calle que conduce hasta la
ermita de San Isidro o del Humilladero. Este edificio alberga un crucero del
siglo XV, que es uno de los mejor trabajados que existen en España. Lo veré a
la vuelta, pues a la ida la puerta de acceso permanece cerrada.
La ermita de san Isidro
En unos pasos se alcanza una pequeña chopera en cuyo
interior hay algunas mesas y bancos de piedra. En un suave ascenso voy dejando
atrás el caserío de Sasamón, que aparece en un altozano presidido por la
iglesia o colegiata de Santa María la Real, que es la tercera en tamaño de la
provincia, tras la Catedral burgalesa y la iglesia de Melgar. –A la izquierda,
un poco difuminadas aún por la neblina, se dibujan las siluetas de la Peña
Amaya y la Peña Ulana. En un lejano segundo plano, se vislumbran los Montes de
Palencia. El verde de los campos de cereal flanquea el camino y será la norma
durante toda la ruta. –No se tarda en alcanzar un mirador desde el que se
contempla todo lo ya citado, más otra extensión de campos y pueblos lejanos en
la llanura; la pequeña mancha oscura que veo debe ser el encinar hacia donde me
dirijo.
Una chopera junto al camino
Durante el camino no hay otra compañía que los
cantos de los pajarillos, alguna pareja de aves blanquecinas (calandrias tal
vez) y los habituales graznidos de los cuervos. El sol en lo alto y algún
lejano zumbido de un tractor que no veo. Voy siguiendo sin problemas las marcas
del camino. La agradable monotonía del paisaje, de un minimalismo exquisito (el
cielo azul, los campos verdes) se rompe cuando me introduzco en un encinar. En
la entrada del mismo hay un gran ejemplar, de porte majestuoso, que me deja
embobado contemplándolo y fotografiándolo. El camino que discurre por el
interior del bosquecillo es muy agradable de andar, limpio y sinuoso. Casi da
pena dejarlo atrás: uno se siente aquí como en un cuento de la infancia, aunque
no de los hermanos Grimm, esos sádicos.
La peña Amaya
Salgo ahora a una estrecha carretera, sin tráfico,
que me permite dejar atrás el encinar. Tras una serie de cruces, un cartel informa
de la casa-museo del pintor y escultor Salaguti, nombre artístico de Carlos
Salazar Gutierrez, oriuendo de Sasamón. Me aproximo pero no veo nada, hasta que
me percato de que está rodeada de árboles, en una hondonada. Diviso dos
edificios rematados en cúpulas. Un cartel advierte que está prohibido el paso
con vehículos de motor. Dejo para otra ocasión la visita y continúo mi camino,
ya en descenso. Desde este paraje hay una vista panorámica sobre Sasamón y se
respira una tranquilidad y una soledad envidiables. Imagino cómo tiene que ser
esto por la noche, a la luz de la luna y de las estrellas. -Según bajo, la
casa-museo va cogiendo otro perfil. Es un lugar muy extraño y original, a tono
con la personalidad de este artista de obra singular.
Una encina majestuosa
Arbusto en flor
De vuelta en el pueblo encuentro abierta la puerta
de la ermita y, a través de una verja puedo contemplar el precioso crucero.
Tiene una altura de seis metros y está repleto de simbología cristiana. En el
centro se relata el pecado de Adán y Eva. La serpiente tiene cabeza de mujer.
Aparece la muerte de Abel en manos de Caín y un Cristo crucificado. En lo alto,
un nido de pelícano que, al parecer, representa a la Eucaristía. En el reverso
de la cruz aparece la ascensión a los cielos de María. Dos santas descansan a
los pies: santa Marina, con el dragón y la cruz en el pecho, y santa Catalina
de Alejandría con la rueda del martirio.
El crucero en el interior de la ermita
La iglesia gótica de santa María La Real
La plaza Mayor y la iglesia merecen una visita detallada. La gran iglesia de Santa María la Real es gótica con elementos posteriores. En el exterior destacan el pórtico con un bello Pantocrator y la puerta de san Miguel, de estilo florido. Sasamón fue sede episcopal en el siglo XI. - A la entrada de la localidad puede verse un arco y los restos de una muralla. En los dos extremos del caserío hay sendos puentes romanos sobre el río Brullés. Paseando por sus calles pueden verse casas solariegas en piedra caliza. Un museo de arte contemporáneo alberga una colección de pintura. Queda también para otro día.