domingo, 20 de enero de 2019
Naranja y amarillo
Las gaviotas aprovechan las últimas luces del día para alimentarse en los limos que ha dejado al descubierto la bajamar. Luego, lanzando gritos, han volado hasta los acantilados para pasar la noche. Me ha extrañado este alboroto porque suelen retornar hacia sus dormitorios de forma silenciosa. Quizá les excita la luna, que va para llena. El ocaso ha sido rápido pero intenso, como un amor furtivo. El color naranja, por esos caprichos que tienen las puestas de sol, ha dominado el horizonte y las aguas de la bahía. Luego el cielo ha virado un poco al amarillo. En unos minutos ha vuelto el gris.
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