miércoles, 29 de abril de 2020

La desescalada



Escalar es un deporte duro y de riesgo, sobre todo si se practica a pelo, sin cuerdas ni arneses. Ultimamente es un deporte que cuenta con bastantes practicantes en España. Uno de los últimos en incorporarse a la escalada ha sido el gobierno fetén. Han estado escalando a pelo durante un par de meses. Ellos no tenían la menor intención de ponerse a trepar por las paredes rocosas. De hecho, hasta el 8 de marzo eran mucho más partidarios de los paseos callejeros multitudinarios y reivindicativos. Pero no les ha quedado más remedio y, sin pensarlo demasiado, han tirado para arriba con entusiasmo.

Sin embargo, ay, han infravalorado el esfuerzo necesario y, su total desconocimiento de la técnica, unido a una forma física fondona, les ha llevado a un fracaso notable. Afortunadamente, como también son bastante previsores en lo que a su salud física se refiere, siempre han tenido buenos colchones para amortiguar sus caídas. Esos colchones somos nosotros, contribuyentes y votantes.

Los más jóvenes y ardorosos entre ellos, los llamados podemitas, son los que con más desparpajo han acometido la ascensión. Es gente que por lo menos sabe dónde pone los pies, algo de suma importancia en la práctica de la escalada. Sin embargo, quieren ir demasiado lejos, para espanto de los más veteranos y curtidos, que ya han empezado a sentir un vértigo mortal, a la vista de que los colchones de seguridad cada vez están más lejos y con más flacos.

Así que el equipo fetén ha ordenado la desescalada. Y aquí también han demostrado su incompetencia y falta de previsión, porque cualquier montañero sabe que es más fácil subir que bajar y que los descensos son lo más peligroso de todo. De hecho una de las normas básicas de todo aficionado a las paredes verticales es que uno no debe subir si no tiene claro que podrá bajar.

La cosa se agrava porque los colchones están hartos de hacer de colchones y tienen unas ganas terribles de salir corriendo, de ponerse a charlar con vecinos y amiguetes y olvidarse de todas esta moda de la escalada. No le ha quedado otra al gobierno que improvisar una desescalada a ver si de esta forma puede ir bajando sin darse una costalada que puede ser mortal. Y, para ello, uno de los requisitos imprescindibles es que los colchones sigan en su sitio. Pero como hasta ahora siempre les han dicho a los colchones que esto iba a durar quince días y que luego se volvería a la normalidad, la cosa está complicada.

De momento han inventado esto de la desescalada y también les hablan de la nueva normalidad. A ver si cuela o, por lo menos, que haga buen tiempo.

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