sábado, 2 de mayo de 2020

En San Juan de Luz con Robert Walser



Voy por la mañana a San Juan de Luz para hacerme unas pruebas médicas. Nunca había empleado menos tiempo en este desplazamiento. Resulta extraño circular por la bella carretera de la costa sin apenas coches. Parece como si uno se deslizara libremente por la carretera.
Llego con antelación y decido dar un paseo corto por la orilla de la Nivelle, el río que viene desde el Pirineo navarro pasando por Ainhoa, Saint-Pee-sur Nivelle, Sara y Ascain, para desembocar aquí al lado.
El tramo fluvial está lleno de embarcaciones, amarradas por grupos. A la derecha queda el puente que conduce al centro de la localidad. A la izquierda el panorama se cierra con la silueta del monte Larrún. En la otra orilla se divisa un campo de golf y un bosquecillo, además de edificaciones de viviendas.
Discurro por zonas ajardinadas, con superficies de césped inundadas de florecillas y salpicadas por pequeños espacios con máquinas rudimentarias para hacer ejercicios físicos. El cielo está cubierto por una nubosidad alta y luminosa.

Ya de vuelta, por efecto de algún polen, sufro un fuerte ataque de tos. Cuando entro en la clínica apenas puedo contenerme. Hay unos carteles por todas partes que advierten: tos+fiebre=mascarilla. Me gusta la oscilación de la lengua francesa entre la extrema concisión y la retórica.
Paso por el baño y se me va calmando el ataque. Luego me toca esperar un buen rato en una salita penumbrosa en compañía de media docena de sillas vacías. Leo un poco de Habitación del poeta, la antología de relatos breves y poemas de Robert Walser que he recuperado estos días y que, según he anotado en la tercera página me acompaña desde hace 15 años.
En el fragmento titulado El escritor dice Walser que el escritor “se olvida de sí mismo cada vez que escribe la primera palabra, y cuando ha dado forma a la primera frase, no quiere saber nada de sí.” En el titulado La lectura de la prensa señala que los periódicos ”son como una gran, apiñada y copiosa bandada de pájaros que se dispersa por el mundo una o dos veces al día.” Con esa sutil ironía que le caracteriza Walser redacta un auténtico panegírico de la prensa, un elogio que, si bien es divertido, hoy nos deja un poco perplejos. No cabe duda de que la prensa ya no es lo que era al principio del siglo XX.
Heinrich von Kleist, el escritor alemán romántico, apenas vivió durante 34 años. Cuando tenía 23 y estaba decidiendo si se dedicaría a la poesía, viajó a Paris. ¿Qué le llevó hasta allí? Habrá que esperar a otra ocasión para saberlo porque, en ese momento, el médico, por fin, me llama y me hace pasar mientras se disculpa por el retraso.


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