viernes, 28 de abril de 2023

Teresa y Sísifo

Vuelvo, como Sísifo, al ensayo de Julia Kristeva sobre Teresa de Jesús: Teresa, vida mía (Ed. Paso de Barca, 2015).

Me interesa, me irrita, me hastía, me vuelve a interesar.

640 páginas. Voy por la 393. Las 60 últimas son notas e ilustraciones. No me queda tanto.

Cuando se pone muy cargante con la jerga psicoanalítica me salto una o dos páginas. Pero sospecho que no voy a sacar demasiado en claro. En realidad no tengo demasiada fe en el psicoanálisis. Sólo tengo curiosidad.

Las contradicciones de la vida de esta mujer del siglo XVI son obvias. Una monja que desea enclaustrarse de por vida, a semejanza del aislamiento que impone a sus pupilas en los monasterios reformados que fundó, pero que se pasa media vida en los caminos, viajando de una ciudad a otra, en carretas entoldadas (para mantener la clausura), sufriendo todo tipo de incomodidades.

Una amante de la soledad que se codeó con docenas de confesores, teólogos, reformadores, místicos, obispos, escritores, aristócratas, gobernantes, inquisidores.

Una contemplativa que pasaba horas y más horas escribiendo, una mujer-pluma.

A veces me digo: no pierdas más tiempo leyendo sobre Teresa de Jesús. Mejor sigue leyéndola a ella. Pero, como buen adicto, tengo la manía de intentar agotar el tema.

De la Kristeva no había leído nada. Ha llegado a este libro como suele suceder, a través de otro libro: Teresa de Jesús, de Olvido García Valdés (Ed. Omega, 2001)

Esta cita suya: “Ah, los hombres… desde que se han convertido en el sexo débil.”

–Pero la mayoría no lo saben, Kristeva.

–Ya se irán enterando… las mujeres somos delicadas.