
“Yo estoy en realidad hecho para España, para la lengua española. Yo deseaba en realidad ir a España. Después de la guerra solicité una beca en este sentido. Yo era un fanático de Teresa de Avila. Y lo soy aún. Es una pasión casi morbosa. La amaba también en tanto que escritora; el exceso, sobre todo, me fascinaba en su caso. Un exceso que le venía de esa locura muy particular, inconfundible, propia de España. España, yo estaba embrujado por este país. Había leído todo Unamuno… y mi única satisfacción, antes de la guerra, fue ver España. Tengo este viaje por el más impresionante y el más bello de mi vida. Era la España anterior al turismo. El viaje duró tres semanas, viajaba en tercera clase, me alojaba en condiciones deplorables, pero estaba absolutamente encantado. He vuelto en seis ocasiones, pero ha sido un error. No debí volver. Las cosas guardan su verdad cuando se las conserva en el recuerdo; su realidad reencontrada empalidece comparada con la impresión extraordinaria del primer encuentro. España me fascinaba porque ofrecía el ejemplo de los más prodigiosos fracasos. Uno de los países más poderosos del mundo llegando a semejante decadencia.”
E.M. Cioran
(Entrevista con Gabriel Liceanu. Liceanu es autor de Itinéraires d´une vie: E.M. Cioran, breve pero interesante biografía ilustrada del escritor rumano, Editions Michalon, 1995)
Cioran en Ibiza
El cuaderno de Cioran
Y continúa... En caída libre continúa la decadencia. No sé de qué nos han valido los siglos, el tiempo suele ser un mal amigo para los que no cejan en su empeño de empobrecerse. Hoy seríamos, más que nunca, el objeto de admiración de este filósofo.
ResponderEliminarLa decadencia es evidente en tantos aspectos. El más morrocotudo es evidentemente el de la aparición de los nacionalismos llamados "periféricos". Cada vez estoy más convencido, y parece mentira haber llegado a esta conclusión, pero no hay otra: surgen porque España no es capaz de tener un criterio. España no existe, no hay guía, no hay timón. Vivimos de la inercia de una gloria, de las fronteras más antiguas de Europa y poco más. El llamado Desastre del 98 coincide con una industrialización súbita y desaforada de Cataluña y País Vasco, con un aporte descomunal de población inmigrada de otras partes de España. Los nacionalismos no son más que movimientos defensivos ante lo que se les viene encima. Si es de manual!! Lo que pasa es que estos nacionalismos luego escriben su propia historia haciéndose surgir a sí mismos desde tiempos inmemoriales y colocando a los inmigrantes como advenedizos que vienen a estropear una inverosímil marcha triunfal. Pero resulta que este relato cuela y las consecuencias son una España que empieza a dar palos de ciego(sublevación militar) y que ahonda más en su acomplejamiento, hasta llegar a conformarse a sí misma justo como los nacionalismos emergentes la ven: como opresora de supuestas nacionalidades inmemoriales reprimidas.
ResponderEliminarLos nacionalismos en España son el ejemplo palmario de que la realidad es una construcción cultural. Hacemos con ella lo que queremos. Y en España nadie ha querido hacer nada consigo misma desde al menos finales del XIX.
Fíjate la diferencia con Francia. No hay complejos allí: tienen 50 y tantas centrales nucleares y autonomía energética y nadie dice nada, encantados de la vida. Las culturas regionales son lo que son: manifestaciones culturales perfectamente respetables pero dan para lo que dan y así sucesivamente.
Abrazos.
El texto que nos propones es prometedor, pues creo que esta sociedad sólo puede entenederse de manera comparativa: conociendo con igual profundidad la realidad de otra. En esto sucede lo mismo que con el dominio de una lengua: un bilingüe aventaja en años luz a quien domina solamente uno de los idiomas.
ResponderEliminarMertxe, Pedro, Glo. Gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarCreo que, en general, las afirmaciones de tipo político de Cioran hay que acogerlas con recelo pues es en ellas donde acostumbra a volcar su escepticismo y su tendencia a la sorna y el escarnio. En mi opinión Cioran es el último de los existencialistas y es en este terreno donde da su verdadera talla. Dicho esto, sobre la decadencia de España, me remito a “Meditaciones en el desierto” (1946-1953) de Gaziel, un libro de asombrosa lucidez y todavía más asombrosa capacidad de síntesis y claridad de pensamiento.
De él extraigo el siguiente párrafo, muy acertado en mi opinión:
“España no es Europa, no lo ha sido nunca –como tampoco lo han sido Turquía y Rusia. Europa es una complicada mezcla de las sucesivas aportaciones de Grecia, Roma, el cristianismo, el Renacimiento, la Reforma y la Revolución Francesa. Y España, de Grecia, tiene muy poco: un leve reflejo en el litoral levantino. De Roma, los rastros de una organización administrativa y jurídica, con cierta tradición arquitectónica. Del cristianismo, sólo su parte negra, sangrienta y combativa, la que hizo decir a Chateaubriand que los españoles son “des arabes chrétiens”. Del Renacimiento, fórmulas literarias y decorativas: palacios desvencijados, fachadas risueñas, plazas monumentales en tierras pobres, el endecasílabo –que trajo Boscán y pulió Garcilaso-, el neoplatonismo injertado por Fray Luis de León, etc.: un barniz nada esencial. De la Reforma, casi ni rastro. De la revolución del 89, otro barniz intelectual y político, más fino y frágil que un polvillo. Y, en cambio, lleva en la sangre una mezcla de savia mora, judía y visigoda que hace inviable cualquier corriente de europeismo.”
Pues a mí me dan miedo estos analístas de patrias. Creo que Europa tiene de todo y que todo está en todo. Y a todos nos viene de muy lejos. Mesopotamia vive, ¡y de qué manera en eso que hemos dado en llamar razas. en fin, que queda muy docto (incluso en Ciorán) pero que yo me inclino por el viejo aforismo de las habas y su cocción, con idependencia de que aquí o allá se dé alguna que otra calderada.
ResponderEliminarEncantada de recuperarte, Juan Luis.
Por si pueden parecer antitéticos mis dos comentarios, me apresuro a reivindicar la caldera puntual.
ResponderEliminarClaro que en todas partes cuecen habas, Mertxe. El ser humano es básicamente el mismo en todas partes. Pero los factores culturales, geográficos e históricos son determinantes. Así como es determinante, a la hora de la acción política, la concepción que se tenga de lo humano. Pongamos, por poner un ejemplo, a Rousseau por un lado y a Hobbes o Maquivelo por otra. En esas estamos. Y estaremos.
ResponderEliminarMe ha interesado espacialmente esta entrada y todos los comentarios, deseoso como ando siempre de abordar el tema de España desde la honestidad. Gaziel es el único que me ha decepcionado. Da la impresión de haber extrapolado equivocadamente lo meditado por él en alguna disciplina. En lo que respecta a la arquitectura no comprendo nada de lo que dice. En primer lugar porque es un arte y oficio en el que las fronteras han importado siempre bien poco.
ResponderEliminarY en segundo lugar porque, aunque España rara vez ha sido lugar de origen de corrientes estéticas, en cambio el es el lugar en el que se han constuido y se construyen algunos de las mejores obras correspondientes a las corrientes nacidas en otros lugares, resto de Europa incluido. La lista es tan larga como poco conocida. Podré solamente un ejemplo, aunque abundan los más antiguos y también más próximos en el tiempo: la vivienda que Alejandro de la Sota construyó para sí en Madrid es el mejor Mies van der Rohe; a la altura de las mejores obras del influyente arquitecto alemán.
ResponderEliminarGlo. El único libro de Gaziel que he leído es el que he citado. Me parece un análisis extraordinario de España y de su época, que es también la nuestra. Sobre lo de arquitectura soy ignorante.
ResponderEliminarSaludos.