Ojalá fuera el polvo del camino
y que los pies de los pobres me estuvieran pisando…
Ojalá fuera los ríos que corren
y que las lavanderas estuvieran en mi orilla…
Ojalá fuera los chopos en los márgenes del río
y sólo tuviera el cielo por encima y el agua por debajo…
Ojalá fuera el burro del molinero
y que él me golpeara y me quisiera…
Antes eso que ser el que va por la vida
mirando tras de sí y sintiendo pena…
Alberto Caeiro, El guardador de rebaños
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