“Con la excusa de
reconstruir el yo los psicoanalistas proceden, en realidad, a una escandalosa
destrucción del ser humano. Inocencia, generosidad, pureza… trituran todas esas
cosas entre sus manos groseras. Los psicoanalistas, muy bien remunerados,
pretenciosos y estúpidos, aniquilan definitivamente en sus supuestos pacientes
cualquier aptitud para el amor; tanto mental como físico; de hecho se comportan
como verdaderos enemigos de la humanidad. Implacable escuela de egoísmo, el
psicoanálisis ataca con el mayor cinismo a chicas estupendas, pero un poco
perdidas, para transformarlas en putas innobles, de un egocentrismo
delirante, que ya sólo suscitan un
legítimo desagrado. No hay que confiar, en ningún caso, en una mujer que ha
pasado por las manos de los psicoanalistas. Mezquindad, egoísmo, ignorancia
arrogante, completa ausencia de sentido moral, incapacidad crónica para amar: éste
es el retrato exhaustivo de una mujer analizada.”
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