Fachada oriental de la Venta de Iturrioz
Iturrioz es una casona impresionante por sus hechuras, con un gran porche al norte presidido por varias cruces de madera. A unos pasos se levanta la ermita de San Juan. Dentro de unos días, el último domingo de setiembre, se celebrará la gran romería en el Ernio y toda esta zona estará a rebosar.
La ermita de San Juan Bautista. Por la izquierda comienza la subida al Ernio
Bajo este arco, incrustado en la fachada de la ermita, nace un arroyo al que se atribuyen virtudes curativas
Un majuelo o espino blanco, cargado estos días de bayas rojas
Pastos con los restos de un cercado para ovejas hecho con las piedras calizas de la zona
En la cantina del collado de Zelatun, hoy cerrada, me detengo a comer algo, sentado en un banco al sol y protegido del sur. Diviso el gran peñasco del Ernio, con su cruz sanadora y, aunque la cumbre sólo dista un kilómetro, me limito a asomarme y tirar un par de fotos. Cuando el camino entre rocas se empina doy media vuelta y continúo por un GR en dirección a las cumbres del Mendibeltz y el Gazume.
Son un par de kilómetros encantadores, por un camino solitario que sube y baja suavemente, flanqueado por algunas viejas hayas, montículos rocosos con arbolado y alguna borda a media ladera. De pronto, allá abajo, surge la gran mole rocosa del Izarraitz y el valle del Urola, con Azpeitia y Azcoitia. Pero yo tengo que subir hasta el Mendibeltz para dar la vuelta.
Regil desde la senda que sube al Ernio
Una chabola junto al camino
El camino, con su murete, escoltado por viejas hayas
El Mendibeltz es una gran loma redondeada y despejada que sirve de tránsito hacia la siguiente cumbre, el Gazume. Desde aquí la fachada del Ernio resulta oscura y arisca. Las vistas se extienden por la costa guipuzcoana, desde Orio hasta Zumaya. Por toda la zona los caminos son más bien senditas para ovejas, pero mejor o peor las voy siguiendo. Tras un descenso por fuerte pendiente alcanzo una borda y me detengo a comer.
Azpeitia, a la izquierda, y el macizo de Izarraitz
La cima del Gazume, a la izquierda, y la del Ernio
Orio y la costa guipuzcoana al alcance de la vista
La borda en la que descanso y tomo el sol hacia el final del paseo
¡ Cuantos recuerdos ! Todavía recuerdo los huevos fritos que nos comimos en Venta Iturriotz un domingo de hace 50 años. Llevábamos una semana metidos en una cueva cercana, explorando la misma y alimentándonos de sopas de sobre y latas de sardinas.
ResponderEliminarMuchas gracias Juan Luis.
Un abrazo.
Gracias Angel. Creo que hoy la venta está cerrada. Al menos tiene un aspecto de abandono. Me encantaría poder ver el interior, aunque imagino que no estará en buenas condiciones. Qué tuvo que ser este lugar en los tiempos de Ignacio de Loyola.
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