En el asunto de los dos
concejales podemitas madrileños que se muestran remisos para cumplir su propio
código ético, está pasando desapercibida una circunstancia interesante. Ambos
ediles encargaron a los servicos jurídicos municipales que investigaran la
legalidad de una actividad realizada por el exalcalde pepero Gallardón. Como el
resultado fue negativo, los muy perseverantes decidieron encargar el asunto a
una empresa privada y, además, lo hicieron a dedo, en la mejor tradición
carpetovetónica. Esta “privatización”, este recurso a lo privado en detrimento
de lo público, este destello de “liberalismo”,
es reseñable entre podemitas, tan amantes ellos de lo público y lo
estatal. Lo segundo, el encargo a dedo, es pura tradición. Como es tradición el
incumplir los códigos éticos. ¿Dónde se ha visto en España a un redactor de códigos
éticos que los cumpla? Los códigos éticos se crean para que los cumplan… los
demás. El único código ético que funciona es la decencia, pero la decencia es
un tema que, como quien dice, ya ha pasado a la Historia.
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