En cualquier esquina hay belleza.
A veces clamorosa. Este rincón hendayés, en el que viven unos preciosos macizos
de hortensias, es una muestra. Está situado en un lugar inhóspito, junto a una
carretera que tiene un tráfico delirante. En el momento en que hago las fotos, poco
después de las 8 de la mañana, apenas puedo dar un paso en falso si no quiero
verme arrollado. Es una parcelita en forma de triángulo, delimitada hacia la
carretera por un muro sobre el que descansa una verja, ya muy trabajada por el
tiempo y el clima. Desde la calle se intuyen las flores, pero no se perciben
bien. Hay que dar un pequeño rodeo. No sé cuánto durarán ahí. Se intuyen movimientos
sospechosos a su alrededor. Hay que disfrutarlas mientras se pueda. Como todo.
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