Un carcamal arcaizante, escritor con
tribuna en un importante semanario, nos regala la primera entrega de “Antinatalistas”,
un artículo en que se dedica a atacar a los jóvenes que hace unos días
expusieron sus ideas contra la natalidad en un reportaje publicado en un diario
nacional. Estos antinatalistas han renunciado a tener hijos porque consideran
que en la vida hay demasiado dolor, demasiadas injusticias y, supongo,
demasiada gente.
A nuestro combativo articulista, estos
antinatalistas le han producido una irritación notable, como si él mismo fuera
uno de esos reproductores –que proliferaron en el siglo pasado- que tenía una
docena de hijos como quien mea. Que yo sepa sólo tiene uno, pero a lo mejor
tiene más y lo ignoro. Tanto da.
Según nuestro chestertoniano de
guardia, lo que deben hacer estos antinatalistas –a los que pone a parir- es
abstenerse de follar, una vieja idea catolicona que relaciona “la lujuria” con
la reproducción. Siguiendo sus propios consejos cabe deducir que nuestro intelectual
sólo ha follado una vez en su vida –tal vez dos, tal vez tres- habida cuenta de
que sólo tiene un heredero.
Pero antes de recomendarles el voto perpetuo
de castidad, el autor les sugiere, casi les conmina, a que se suiciden. Caridad
fraterna se llama a esa figura. Al hombre le indigna que esta gente poco dada a
la reproducción disfrute de la vida y de sus placeres. Con qué derecho lo hacen
si no cumplen la sagrada misión de traer niños al saturado mundo. Menuda
desfachatez.
Y, además,
qué vergüenza, querrán cobrar sus pensiones. Y la cosa no acaba ahí: también
querrán que cuando sean viejos “les limpien el culo” en alguna residencia o
geriátrico. Cosas de este calibre eyaculan de la pluma de nuestro escritor
tridentino.
Está
indignado nuestro avisado autor. Tal es así que amenaza con regalarnos otro
artículo sobre el mismo tema la semana próxima. Ya se ve que nuestro hombre ha
encontrado en este filón retrocatólico la gallina de los huevos de oro, una
gallina que se cría en países como el nuestro, machacados durante siglos por el
integrismo religioso más fanático y totalitario.