Panorámica de las ventas de Ibardin con el Larún al fondo
El collado de Ibardin, situado a 317 metros de altura, en la raya fronteriza entre España y Francia, en territorio navarro, es un lugar emblemático. En él están situadas las denominadas Ventas, integradas por una veintena de comercios. La mayor parte de los usuarios son franceses, atraídos por el menor precio del tabaco y del alcohol, debido al menor gravamen de estos productos en España. El acceso se realiza por las dos vertientes montañosas: desde Vera, por el lado español y desde la carretera de Ascain, por el francés.
Es también un lugar muy atractivo -inmerso en la naturaleza, con un lago muy próximo-, para hacer paseos y excursiones, además de ser una de las vías de acceso al monte Larún, cuya silueta preside estos parajes.
Mojón fronterizo entre Francia y España. La bahía de Chingudy al fondo
He dejado el coche en el parkin más elevado. El cielo cubierto pero alto, a ratos sale un poco de sol y sopla un viento del sur frío, procedente de las cumbres pirenaicas cubiertas de nieve.
Camino un poco al azar, tras varias semanas alejado del monte debido al frío. Cojo la senda que sube hasta el Mantale, 200 metros más alto que las Ventas. Enseguida me desvío a mano derecha, para alcanzar un mirador situado a cien metros del camino. Las vistas desde estos alto próximos al Cantábrico son espectaculares. En este lado, sobre la costa francesa, desde la bahía San Juan de Luz hasta el último arenal de las Landas. En el mirador, que es un rinconcito montañoso que termina abruptamente, hay una lámina con una inscripción de recuerdo y unos pequeños agapantos.
Mientras vuelvo sobre mis pasos me parece escuchar el tañido de una campana. Por aquí no hay ninguna iglesia, pero el sonido me recuerda un sueño que tuve hace algunos meses, que se desarrollaba en estos montes y en el que había una ermita. Sin embargo, pronto veo el origen del sonido: es la esquila de un caballo.
Ejemplar de acebo
El camino ancho coge altura. Desde cualquier punto,
las vistas siguen siendo magníficas. Me detengo un rato para contemplar el
vuelo de un milano. Se ha quedado un buen rato suspendido en el aire, las alas
bien desplegadas para contener la fuerza del viento. Luego desaparece.
A mano izquierda, protegido por unas rocas y por
unos pinos, aparece un cementerio prehistórico compuesto al menos por tres
cromlech bien perfilados y de diferentes tamaños. Una vez más me llama la
atención la posición del lugar, una posición dominante sobre la gran amplitud
de la costa vasca. Parece que los pastores del neolítico seleccionaban los
lugares de su entorno más bellos y más abiertos a la inmensidad del cielo y del
espacio para la cremación de sus muertos.
A la derecha, cromlechs de Ibardin presidiendo la costa vascofrancesa
Un pinar acompaña a la senda que sube al Mantale. Se ven varios ejemplares de acebos, uno de ellos de buen porte. En lo alto sopla fuerte el viento. A la derecha aparece el mojón fronterizo número 10. Los mojones marcan la línea divisoria entre Francia y España. Casi se puede caminar con un pie en cada país. Llegado aquí sólo cabe extasiarse con las vistas. Tenemos a la vista la mayor parte de la costa vasca, las cumbres pirenaicas nevadas a la espalda, la campiña de Lapurdi a la derecha y a la izquierda las Peñas de Aya y la bahía donostiarra.
De vuelta atravieso el pinar y extiendo un poco el
paseo hacia los caminos que conducen a las localidades navarras del Bidasoa.
Con los prismáticos sigo un buen rato el vuelo majestuoso de otro milano. En el
camino de descenso hacia las ventas hay dos ejemplares de pino soberbios, gigantescos.