sábado, 21 de julio de 2018

Pop, pop, pop

Me recorre un estremecimiento generacional cuando leo que el pop art nació entre los cincuenta y los sesenta del siglo pasado. ¿Tanto? Hay que resignarse. Esto que veo debió ser muy rompedor en aquella época. Ahora es una cosa “de museo”. Sin embargo al público veraniego que me acompaña parece gustarle: leen con fruición los paneles informativos, se hacen fotos, comentan valorativamente. Bien está. La satisfacción de la clientela es lo primero.
   Este por art norteamericano (hay otros) parece un canto a la reproducción mecánica (ahora digital). El arte que antes se multiplicaba mediante el esforzado trabajo de copistas especializados, ahora lo hace una máquina en segundos. ¿Y cómo calificarlos? ¿Son artistas o diseñadores? ¿Cartelistas tal vez? El arte del envoltorio sería un arte noble si hubiera algo que envolver. Pero, ¿qué decir cuando debajo no hay nada? Tal vez aquello de Andy Warhol aquí reproducido: “Soy una persona profundamente superficial”.
   Y afuera hay una multitud de turistas bajo una lluvia recia. Algo entre expresionista y costumbrista.


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Roy Lichtenstein. Aterrorizada

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La preferida para los selfis

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Warhol. Silla eléctrica en amarillo

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Robert Rauschenberg

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Ella no podía faltar

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San Sebastián, Sala Kubo, Kursaal