Tengo la sensación de haberme pasado media vida entrando a todos los trapos. Pero también tengo muy claro que eso se ha terminado. Ahora sólo entraré a unos pocos. Mejor tarde que nunca.
Mucho ruido. Se ha demostrado, una vez más, que en las redes sociales hay mucho ruido y pocas nueces. También queda claro que lo determinante son las televisiones. Por eso cada autonomía, cada municipio, tiene las suyas. Son las joyas de la corona de todos los gobiernos imaginables. Pensar que durante el franquismo nos parecía totalitario que el régimen dispusiese de algunos periódicos de provincias. ¡Qué no tienen ahora los gobiernos imaginables! Sin embargo, la Prensa no debería estar en manos de los gobiernos, ni en dictadura ni, menos aún, en democracia. Al menos eso me enseñaron a mí, pronto hará cuarenta años.
Es nuestro último día en Burgos y dentro de unas horas tengo que devolver los libros que he tomado en préstamo. Me despierto a las 4.30 y me pongo a leer. Le doy un empujón a la lectura, porque, una vez devueltos y según pase el tiempo, nunca se sabe si el libro volverá a caer en mis manos.
Hace buen sol. Me animo a buscar la librería de viejo que vi el otro día en la Feria del Libro. Está cerrada, igual que la otra que tiene al lado. Merodeo un poco frente al Museo de Arte y Arqueología, ubicado en la Casa Miranda, del siglo XVI. Paseo un rato por la orilla del Arlanzón, disfrutando del sol y de la mañana fresca.
San Nicolás de Bari. De camino al Centro de Arte de Burgos (CAB) me detengo en la iglesia de San Nicolás de Bari, situada detrás de la catedral, construida en el siglo XV por Juan de Colonia, en estilo gótico y famosa por su retablo de piedra.
El templo tiene unas proporciones muy armoniosas. En los laterales hay varios mausoleos, igual que en la base misma del retablo. Pertenecen a las familias de los donantes y a otras de importancia en la ciudad. Qué tiempos aquellos en que los ricos mercaderes invertían fortunas en levantar templos para enaltecer su religión y, de paso, a ellos mismos y a sus almas.
El retablo, de estilo gótico florido, es como un libro abierto, con escenas bíblicas y con otras de la vida de San Nicolás de Bari.
Junto a la pila bautismas, de grandes dimensiones y rodeada de flores, hay una placa que dice:
“1517-2017. En memoria del P. Juan Alfonso de Polanco S.I., burgalés insigne, gran escritor espiritual y hombre de confianza de San Ignacio de Loyola, del P. Diego Laínez y de San Francisco de Borja. En el quinto centenario de su Bautismo. En esta pila e iglesia, junto a la tumba de sus padres, de sus abuelos y tíos donantes del maravilloso retablo.”
Los guipuzcoanos en particular y los vascos en general, tenemos una fijación con la figura de San Ignacio de Loyola. Por eso suelo interesarme por todo lo relacionado con este hombre. En efecto, Polanco fue secretario y consejero de Ignacio, además de secretario de los dos citados, sucesores del fundador como superiores generales de la Compañía de Jesús. Es también autor de una historia de los primeros años de la Compañía.
De Ignacio de Loyola siempre me ha llamado la atención su capacidad para atraer a su causa a la gente acomodada y de la nobleza. Debía ser un hombre con un carisma fuera de lo normal.
Muy llamativa también la pintura hispano-flamenca dedicada al Juicio Final. Podemos ver en ella la denominada psicostasia, que es el peso de las almas para decidir sobre su destino que lleva a cabo el arcángel Rafael. Los salvados figuran a la derecha, tapados con una tela; a la izquierda, desnudos, los pobres condenados. Un pequeño museo puede visitarse en la sacristía.
Pobre pintura. Tanto lamentar que ya apenas puedo ver pintura en las exposiciones, que ya sólo se exhiben videos, instalaciones, performances y otras ocurrencias semejantes, y cuando al fin me planto frente a la exposición de tres pintores me decepciono por completo. Esto me ha ocurrido en la visita al CAB que realizo esta misma mañana.
Me gusta asomarme a este lugar, que cuenta también con una discreta biblioteca y un mirador con buenas vistas sobre la catedral y sobre la ciudad. Pero pocas veces encuentro algo que me interese y pocas veces me cruzo con otros visitantes.
No sé si estos pintores son jóvenes. Supongo que sí, pero ello no es razón para semejante extravío y sinsentido; por no hablar de simple infantilismo. Puede que ellos no tengan la culpa de que, en resumen, todo resulte tan pretencioso. Ellos se limitan a confeccionar estas obras. Se supone que debería haber alguien con criterio que les disuadiese de exponerlas, pero se ve que las cosas no funcionan de esta forma. Más bien parece que les inciten a mostrarlas, como si hubiese un vacío artístico que llenar a toda costa.
Antes de irme hojeo una revista de arte atrasada mientras me tomo un café de máquina trilítico que me sienta como un tiro. Seguro que volveré, aunque puede que me demore un poco.
El historiador Erik Zubiaga aporta datos comparativos sobre las ejecuciones tras la guerra que desmienten la idea citada. En muchas provincias hubo más ejecuciones que en las vascas. Ruiz Soroa aporta otros dos datos: en 1943 no quedaba en las cárceles de Franco ni un solo nacionalista vasco. Por su parte, Luis Arana Goiri, hermano del fundador del PNV y cofundador de este partido, regresó del exilio en 1941 y vivió tranquilamente. El socialista Julián Zugazagoitia fue entregado por la Gestapo en 1940 y fusilado de inmediato.
El victimismo forma parte sustancial del “relato nacionalista” en general y del vasco en particular.
Un árbol y un gesto. En el paseo de la tarde, de nuevo al sol bajo los álamos blancos del río Vena, me fijo en un majestuoso roble quejigo que esparce una amplia sombra a su alrededor. Es un ejemplar extraordinario. Un poco adelante, una niñita se agacha, ensimismada, para recoger un diente de león y soplar sobre las semillas, que se esparcen por el aire, mientras el resto de la familia permanece al margen. Un clásico de la infancia este gesto.
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Foto 1: un roble quejigo junto al Vena
Foto 2: libro de comentarios en San Nicolás de Bari
Hace buen sol. Me animo a buscar la librería de viejo que vi el otro día en la Feria del Libro. Está cerrada, igual que la otra que tiene al lado. Merodeo un poco frente al Museo de Arte y Arqueología, ubicado en la Casa Miranda, del siglo XVI. Paseo un rato por la orilla del Arlanzón, disfrutando del sol y de la mañana fresca.
San Nicolás de Bari. De camino al Centro de Arte de Burgos (CAB) me detengo en la iglesia de San Nicolás de Bari, situada detrás de la catedral, construida en el siglo XV por Juan de Colonia, en estilo gótico y famosa por su retablo de piedra.
El templo tiene unas proporciones muy armoniosas. En los laterales hay varios mausoleos, igual que en la base misma del retablo. Pertenecen a las familias de los donantes y a otras de importancia en la ciudad. Qué tiempos aquellos en que los ricos mercaderes invertían fortunas en levantar templos para enaltecer su religión y, de paso, a ellos mismos y a sus almas.
El retablo, de estilo gótico florido, es como un libro abierto, con escenas bíblicas y con otras de la vida de San Nicolás de Bari.
Junto a la pila bautismas, de grandes dimensiones y rodeada de flores, hay una placa que dice:
“1517-2017. En memoria del P. Juan Alfonso de Polanco S.I., burgalés insigne, gran escritor espiritual y hombre de confianza de San Ignacio de Loyola, del P. Diego Laínez y de San Francisco de Borja. En el quinto centenario de su Bautismo. En esta pila e iglesia, junto a la tumba de sus padres, de sus abuelos y tíos donantes del maravilloso retablo.”
Los guipuzcoanos en particular y los vascos en general, tenemos una fijación con la figura de San Ignacio de Loyola. Por eso suelo interesarme por todo lo relacionado con este hombre. En efecto, Polanco fue secretario y consejero de Ignacio, además de secretario de los dos citados, sucesores del fundador como superiores generales de la Compañía de Jesús. Es también autor de una historia de los primeros años de la Compañía.
De Ignacio de Loyola siempre me ha llamado la atención su capacidad para atraer a su causa a la gente acomodada y de la nobleza. Debía ser un hombre con un carisma fuera de lo normal.
Muy llamativa también la pintura hispano-flamenca dedicada al Juicio Final. Podemos ver en ella la denominada psicostasia, que es el peso de las almas para decidir sobre su destino que lleva a cabo el arcángel Rafael. Los salvados figuran a la derecha, tapados con una tela; a la izquierda, desnudos, los pobres condenados. Un pequeño museo puede visitarse en la sacristía.
Pobre pintura. Tanto lamentar que ya apenas puedo ver pintura en las exposiciones, que ya sólo se exhiben videos, instalaciones, performances y otras ocurrencias semejantes, y cuando al fin me planto frente a la exposición de tres pintores me decepciono por completo. Esto me ha ocurrido en la visita al CAB que realizo esta misma mañana.
Me gusta asomarme a este lugar, que cuenta también con una discreta biblioteca y un mirador con buenas vistas sobre la catedral y sobre la ciudad. Pero pocas veces encuentro algo que me interese y pocas veces me cruzo con otros visitantes.
No sé si estos pintores son jóvenes. Supongo que sí, pero ello no es razón para semejante extravío y sinsentido; por no hablar de simple infantilismo. Puede que ellos no tengan la culpa de que, en resumen, todo resulte tan pretencioso. Ellos se limitan a confeccionar estas obras. Se supone que debería haber alguien con criterio que les disuadiese de exponerlas, pero se ve que las cosas no funcionan de esta forma. Más bien parece que les inciten a mostrarlas, como si hubiese un vacío artístico que llenar a toda costa.
Antes de irme hojeo una revista de arte atrasada mientras me tomo un café de máquina trilítico que me sienta como un tiro. Seguro que volveré, aunque puede que me demore un poco.
Ruiz Soroa. Interesante artículo de José María Ruiz Soroa en El País titulado La represión franquista en el País Vasco. En el se refuta la idea de que la represión franquista en el País Vasco fuese más salvaje y exterminadora que en otras provincias españolas. Al parecer, semejante idea fue puesta en circulación por el lehendakari Aguirre en 1938 y desde entonces sigue como verdad indubitada mantenida por los Gobiernos vascos actuales.
El historiador Erik Zubiaga aporta datos comparativos sobre las ejecuciones tras la guerra que desmienten la idea citada. En muchas provincias hubo más ejecuciones que en las vascas. Ruiz Soroa aporta otros dos datos: en 1943 no quedaba en las cárceles de Franco ni un solo nacionalista vasco. Por su parte, Luis Arana Goiri, hermano del fundador del PNV y cofundador de este partido, regresó del exilio en 1941 y vivió tranquilamente. El socialista Julián Zugazagoitia fue entregado por la Gestapo en 1940 y fusilado de inmediato.
El victimismo forma parte sustancial del “relato nacionalista” en general y del vasco en particular.
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Foto 1: un roble quejigo junto al Vena
Foto 2: libro de comentarios en San Nicolás de Bari
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No estoy yo seguro de que se haya tratado de "la cantinela propagandística del asalto de la extrema derecha a la democracia". También hubo mucha cantinela con los casos de corrupción y la contabilidad B. Se diría que a los ciudadanos les ha importado menos la rapiña que un probable retroceso social (supresión de las autonomías, autoritarismo, censura, teocracia católica, intolerancia a las alternativas sexuales, etc, etc.
ResponderEliminarY el magnífico quejigo, indiferente a todo esto, y a lo suyo.
Jaja. El paréntesis es cantinela en estado puro.
ResponderEliminarEl quejigo, majestuoso.