miércoles, 13 de noviembre de 2019

Crónicas livianas: los gorriones




Tras un breve paseo, he dejado al perrillo en el coche porque no paraba de llover y se estaba empapando. Luego, bajo el paraguas, me he dado una vuelta. Al poco rato ha parado la lluvia, se ha abierto el cielo, y ha salido el sol. Ha sido una delicia recibir unos cuantos rayos de sol tras semanas de cielos encapotados. Nada como la escasez para estimular el deseo y, si es posible, el goce posterior.



Había muchos charcos, charcos como espejos, pues sólo los gorriones --aprovechando la tranquilidad que les proporcionaba la ausencia de paseantes-- los utilizaban para bañarse. Los gorriones son un ejemplo de aprovechamiento sostenible de los recursos naturales. Aprovechan la lluvia para bañarse en los charcos y, luego, cuando sale el sol, lo aprovechan para secarse. Algunos daban cuenta de las migas que algún alma caritativa les ha dejado en el pretil de la playa.

Entretanto, un petirrojo observaba indeciso la escena encaramado en una rama, incapaz de mezclarse con la horda de gorriones. En el canal, entre las dos escolleras, se movían media docena de piraguas y se cruzaban las dos navettes que enlazan por mar, en apenas diez minutos, Hendaya y Fuenterrabía. Ha sido un paseo bien ameno.





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