miércoles, 11 de noviembre de 2020

Fronterizos. Gambito de dama. Escritos sobre el silencio



   Día 11. He tenido el día ocupado. Apenas un paseo por Irún, al mediodía, aprovechando el buen tiempo. Siempre voy hacia el este, hacia la parte baja de la ciudad. Es la que más me gusta, la colindante con los barrios rurales. Para cuando termino en Irún ya es noche cerrada. No me paran en el control de la frontera.
   La frontera, en teoría, está abierta. Pero en la práctica hay tantos controles que es como si estuviera cerrada. En el lado francés, los gendarmes y, en el lado español, la policía vasca, que en absoluto tiene competencias de fronteras, pero se sitúan un paso más atrás y funcionan como una policía estatal. Es lo mismo que la vez pasada pero con más hipocresía política. A efectos de los fronterizos, igual o peor.

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   Ayer teminé la serie Gambito de dama. Qué preciosidad. De lo mejor que he visto en Neflix. Un cuento de hadas maravillosamente contado, interpretado y dirigido. Hasta la música es excelente.
   Me ha recordado cuando jugaba al ajedrez en la adolescencia. En casa teníamos un bonito tablero, con bellas figuras de marfil, que le habían regalado a mi padre. Pero jugué poco, porque no encontraba con quien hacerlo. Mi padre se prestaba muy de vez en cuando. No tenía tiempo, porque el tiempo que le dejaba libre el trabajo lo dedicaba a la lectura. A mí me pasa ahora algo parecido.

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   He dado con otro libro de Ramón Andrés, No sufrir compañía (Escritos místicos sobre el silencio). Se trata de una antología de textos de autores españoles, 18 en total pertenecientes a los siglos XVI y XVII.
   Entre otros, Bernardino de Laredo, Pedro de Alcántara, Luis de Granada, Teresa de Jesús, María de Agreda y Miguel de Molinos.
   Cada uno de ellos va precedido por una reseña de Andrés.
   El volumen se abre con un ensayo del antólogo titulado De los modos de decir en silencio.
   Algunos de los textos ya los conocía, pero me encantará releerlos. He empezado por uno de fray Luis de Granada, autor tan amado por Azorín, que le dedicó un ensayo. Se titula Cómo se debe evitar la demasía de pal
abras. Una delicia.
   Ultimamente estoy leyendo tantos aforismos que me vendrá bien explayarme un poco. Por otra parte, aprovechando la negligencia y el desdén que el infausto gobierno hace de nuestro amado idioma, voy a desquitarme con estas prosas ejemplares.
   Pero no voy a tener demasiado tiempo porque este es uno de esos libros que piden dedicación. Por el momento me limitaré a picotear.