La mañana sale lluviosa, oscura y fría, pero es mi último
día por estas burgalesas y decido aprovecharlo. Como
probablemente no podré hacer una caminata, como me hubiera gustado, asciendo con el coche hasta el Páramo
de Masa con la intención de ver alguna de las iglesias románicas de la zona.
Tras cuarenta minutos de viaje desde Burgos la lluvia, que
se ha incrementado, añade desolación a estas alturas llanas y desnudas. Al
llegar a lo alto del puerto (1050 m) tuerzo a la derecha por una carretera
estrecha y atravieso el pueblecito de Masa, que parece desierto. Apenas me
cruzo con dos o tres vehículos en dirección contraria.
Quintanapaloma desde la iglesia
Dejo a un lado varias lagunas en torno a la de Cernégula y
continúo hasta Quintanaplana. Un gran perro negro suelto en una plaza y la
llovizna que no cesa, me disuade de recorrer el pueblo, que tiene un aspecto
limpio y cuidado, probablemente restaurado en buena parte; ha recibido un
premio por ello, según leo en un cartel.
La carretera me lleva hasta el pie de una iglesia, en lo
alto. Se trata de la antigua parroquia. Desde aquí se divisan los páramos de alrededor.
Junto al templo visito un pequeño cementerio rectangular, cercado por un muro
alto. Es un lugar de una sencillez entrañable, con las tumbas depositadas sobre la tierra, sin rastro de panteones, ni elemento alguno de
ostentación: la cruz y una plaquita con el nombre y las fechas, todo limpio y
ordenado.
Iglesia de Quintanapaloma
La iglesia es gótica aunque, tan armoniosa y desnuda de todo
adorno que parece románica. En realidad se trata de une edificación que ha
aprovechado una anterior iglesia románica de la que se conservan algunos
elementos, como la portada, de una sobriedad espartana.
La torre, de apariencia maciza pero nada pesada, es
renacentista y conserva un sólido aire militar. Aquí funciona -supongo que
durante los veranos- un centro de interpretación del románico. Tras la reja que
protege la portada hay un cartel en el que se habla de los terrores que
afectaron a la cristiandad con motivo de cumplirse el primer milenio. “El
Románico es un preclaro hijo del año mil”, dice. El hecho de que el fin del
mundo no sobreviniera, como muchos se temían, debió potenciar considerablemente
la religiosidad de las gentes.
Pórtada de la iglesia de Quintanapaloma
La carretera deja atrás los páramos y se interna en el vallecito que conforma el río Morillo. En unos pocos kilómetros, durante los cuales el paisaje ha cambiado radicalmente, y se ha vuelto verde y frondoso, aparezco en Moradillo de la Sierra, donde hay una iglesita románica famosa por su portada. Está enclavada sobre un espolón rocoso, en las afueras, y fue consagrada en el año 1188.
Capitel de la iglesia de Moradillo
La iglesia, dedicada a San Esteban Protomártir es de una sola nave; su elemento más destacado es la portada de la fachada sur, que alberga un conjunto escultórico notable, confeccionado al parecer por un escultor procedente del monasterio de Silos, discípulo del denominado Segundo Maestro.
Tres arquivoltas flanquean el tímpano. La exterior se
compone de adornos florales que parecen enmarcar las otra dos. La segunda, muy
variada, recoge escenas de la vida de Cristo mezcladas con otras más
cotidianas, no exentas de gran violencia (degollaciones, decapitamientos) . La última está dedicada a los ancianos del Apocalipsis tocando
instrumentos musicales. El tímpano está dedicado al Pantocrator y a los
Evangelistas.
Portada de Moradillo, joya del románico burgalés
El tardío pórtico sur distorsiona un poco el conjunto pero
al menos ha servido para proteger la magnífica portada escultórica.
El muro meridional está recorrido por elegantes arcos ciegos. Es probable
que se trate de una galería porticada románica desmontada y adosada al muro
siglos después. Los capiteles, de gran belleza, reproducen motivos
animalísticos y vegetales.
Arcos ciegos de Moradillo y ventana
Un estudio detallado e ilustrado de este edificio, joya del románico burgalés, puede encontrarse en esta web.
Otra joya del románico se encuentra en un pueblo cercano,
Gredilla de Sedano, pero yo no he llegado a verla, pese a haber pasado a sus
pies, junto a una plaza cuyo suelo estaba lleno de peras, procedentes de varios
perales que allí residen.
Pórtico decimonónico de Moradillo
En Sedano, capital del valle, hay una universidad y otro
edificio próximo, junto a la carretera, ambos de buen tamaño, dedicados a
Miguel Delibes, que tenía casa aquí. Lo que no hay es un bar abierto donde
tomar un café. El caso es que ha dejado de llover, en el cielo se han abierto
claros azules y me replanteo mi deseo de dar una caminata. Consulto el mapa y como
todavía son las once de la mañana, decido acercarme hasta Valdelateja, para
recorrer el cañón que allí perfora el río Ebro, una ruta clásica y preciosa del
senderismo.
Una casa junto a la carretera en Sedano
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