Esta película también podía haberse titulado La vida de un
ángel. Adele es un personaje angelical, sobre todo a partir del momento en que
se enamora.
En la Vida de Adele se nos cuenta la “educación sentimental”
de una adolescente, hija única de una familia de clase media baja, más bien
inculta, que asiste al instituto, a la que le gusta leer y que se dispone a
tener su primer encuentro amoroso/sexual.
Asistimos a la terrible presión por parte de su “grupo de
amigas” para que “socialice” cuanto se produzca en esta relación con un
compañero del instituto. Aquí sólo vale el sexo “completo”. La experiencia no
le va mal a Adele , pero tampoco es totalmente satisfactoria.
En este punto surge un pequeño incidente “amoroso” con una
compañera. Adele se siente muy afectada pero la compañera le explica que sólo
ha sido un juego banal. Por otra parte, la protagonista tiene un compañero de
instituto gay que le introduce en los bares de ambiente. Allí comprueba que
entre los chicos el asunto está bastante asumido.
Deambulando en solitario visita otro bar de ambiente, en
esta ocasión lésbico y allí conoce la que va a ser su novia, su amante, su
maestra. Se trata de Enma, una estudiante de Bellas Artes, cuatro o cinco años
mayor que Adele.
Enma pertenece a una clase social más culta y tolerante. Sus
amistades proceden de un círculo compuesto por lesbianas, intelectuales y
artistas, en el que Adele se siente un poco cohibida. Pese a ello, la relación
funciona, en especial en cuanto a la sexualidad se refiere, como bien se
encarga el director de dejar patente a través de una colección de escenas de
sexo, rodadas en primeros y primerísimos planos.
Así pues una historia de amor, que a la vez es un canto a la
libertad sexual y al amor entre personas, por encima de categorías sexuales;
una historia con un planteamiento clásico.
Pero, tres horas de metraje es mucho para una película. Debo
decir que a mí la primera hora me ha resultado difícil de digerir, pero veo que
es una introducción necesaria para lo que sigue. A partir de la entrada en
escena de Enma la obra gana mucho en profundidad y el personaje protagonista
Adele adquiere una consistencia y un encanto que es, en mi opinión lo mejor de
esta película.
Luego está el asunto de los primeros planos. Creo que, al
menos en la primera hora, el abuso de éstos lastra la película. Luego, a medida
que la historia adquiere intimidad parece que esta herramienta de estilo está
más justificada, pero al principio tengo la misma sensación que si estuviera
leyendo una novela escrita con letras mayúsculas. Me siento agobiado.
¿Vuelve Rhomer?, me preguntaba durante la sesión, ante la
profusión de diálogos que se produce en la pantalla, ante esa dialéctica
permanente en torno a ideas y sentimientos. Pues sí, a veces lo parece, lo cual
resulta un tanto irónico.
Pero lo más importante de la Vida de Adele, al margen de la
anécdota, lo que hace de esta película una obra de arte, es la creación de un
personaje femenino que emociona, de la que uno no puede menos que sentirse “enamorado”,
tanto por sus encantos físicos como por los morales. La que inicialmente parece
una joven desorientada, a medida que pasan los años, se convierte en una
personalidad tierna y bondadosa, una de esas escasas personas que irradian amor
allá donde van.
Esta es una película de contrastes y, en muchas ocasiones,
de la imposibilidad de esos contrastes. Hay un fuerte contraste entre las
personalidades de Adele y de Enma. Adele sólo tiene una ambición: ser feliz, y
lo es a través de su amor y a través de su trabajo como profesora de niños
pequeños. Eso le basta, no pide nada más. Enma, por el contrario, es una
artista, no puede vivir sin crear, sin recoger los frutos de esa creación,
necesita a su grupo, necesita triunfar y a ello está dispuesta a sacrificarlo
todo, incluso el amor.
Adele se entrega al amor, a la pasión, sin que ninguna otra
cosa le importe. Enma, que, aparentemente es mucho menos convencional, llegada
a un determinado momento de su vida, rechaza el amor, y el placer, para
sustituirlo por un buen pasar, una familia, un éxito profesional.
Adele es dulce y sumisa. Enma es dominante, exclusivista,
agresiva. Esto no se ve al principio de la relación sino que se desvela
progresivamente.
El futuro de Enma se ve venir: una pareja estable, una hija (de
su novia); el amor pasión ha quedado a un lado. Por el contrario, el futuro de
Adele es mucho más incierto: a ella sí le importa la pasión, el enamoramiento,
el placer; ya lo ha tenido y le será difícil volver a encontrarlo porque, al
fin, no es algo que abunde.
Hay también un contraste de clases sociales y, en
consecuencia, de culturas, algo que al final siempre repercute en las parejas,
en las historias amorosas, siempre sale por algún lado las diferencias de
clase, de gustos, de estéticas, de ideologías. Las escenas en las que el
director nos muestra a las dos familias respectivas son un ejercicio de
sutileza y narratividad, con unos diálogos, unas actitudes –a lo largo de
sendas comidas familiares- que lo dicen todo sobre sus respectivas procedencias
sociales.
Ambas secuencias finalizan con las dos protagonistas
haciendo el amor en las residencias de los padres respectivos, clandestinamente
en el caso de Adele, a cuyos padres no se les pasa por la cabeza que su hija
pueda ser lesbiana. Es un intento de poner el amor por encima de las
circunstancias, pero se trata de un triunfo momentáneo.
Lea Seydoux (Enma) y Adele Exarchopoulos (Adele), las dos jóvenes
actrices protagonistas hacen un trabajo soberbio, en un guión muy exigente, en
que todo el peso de la narración cae sobre ellas, con una presencia de la
cámara agobiante (uno puede imaginarse lo agotador que tiene que ser un
director que se empeña en contarlo todo con primeros planos); pero Adele
Exarchopoulos es especial, uno tarda un poco en percatarse pero, a medida que
la vemos en acción nos va seduciendo con su sola presencia. Ya no es sólo que
su personaje sea la gran creación de esta película, lo que hace de ella una
obra encantadora, sino que la propia actriz es un prodigio de belleza, de
ternura, de naturalidad.
Creo que las escenas sexuales (evidentemente pornográficas) causan tanta indignación porque en ellas el director está lejos de ser ingenuo o esteta al haberlas rodado, sino morboso. Ni las lesbianas practicamos tan frecuentemente las tijeras (de hecho es una postura poco común y que está más presente en las fantasías heteros que en nuestras prácticas reales) ni desde luego tampoco follamos así la primera vez, como dos actrices porno que ya lo supieran hacer todo. No seamos inocentes, por favor: nuestra indignación radica en el hecho de que la mirada de este director es bastante hipócrita, porque nos quiere vender unas escenas sexuales supuestamente filmadas con realismo, belleza y sensibilidad cuando lo que vemos es pura recreación pornográfica con fines comerciales. El sexo lésbico vende, y eso el director lo sabía y por eso lo ha explotado, por eso todas las justificaciones de estas escenas nos parecen cuentos y engaños bastante perversos. De ahí nuestra indignación. Aunque quizá es difícil de comprender por el colectivo ajeno a las lesbianas… es como si hubieran cogido algo importante o valioso para nosotras y lo hubieran pervertido y convertido en algo barato y ofensivo, algo que sirviera para que el público se excitara y se regodeara vulgarmente. Nuestra indignación viene de que se haya manipulado y ninguneado el sexo lésbico por parte de un director heterosexual, y en esto tengo que darle la razón a la autora del cómic: ¿tanto habría costado contar con la opinión de alguna lesbiana durante el rodaje?
ResponderEliminarPor todo ello esas escenas sexuales me han ofendido, indignado y humillado como mujer y como lesbiana.
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ResponderEliminarVi esta pelicula hace unos dias en G nula.nu. Tengo mas de 55 años de edad, y esta pelicula a revolcado o revuelto mi pasado. DIOS MIOOO que triste y deprimida estoy, Que tristeza y depresion tan grande tengo. ¿cuando se me pasara?. Ufffffff dios mio
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