La desembocadura del Bidasoa, la playa de Hendaya, la costa vasco-francesa que se pierde hacia el fondo. La senda sobre el Jaizkibel en primer término.
La montaña aún se escurre de las últimas lluvias.
Homo depredator (setas): no tanto necesidad como afán de no
desaprovechar nada, arramblar con todo. Un afán que les impide ver cualquier
otra cosa que no sea el objeto de su codicia.
Los que corren por la montaña, gente magra, sufridores.
Un camino de arena y piedras. ¿Arena a trescientos metros de
altura? (preguntas para el geólogo).
Caminar por la montaña te hace sentirte un primitivo, un
hombre antiguo, siquiera de hace medio siglo. Una actividad ideal para
escépticos del progreso.
Un bosque aún joven, de castaños y pinos, que deja pasar una
buena ración de luz (en Jaizkíbel).
En el valle, visto desde la montaña, todo parece de juguete:
los coches, los trenes, los aviones, las casas, los edificios. Salvo los
grandes pabellones industriales todo se aprecia a una escala infantil.
Inscripciones grabadas en la piedra de un dolmen
prehistórico: una cruz cristiana, nombres, una fecha (1954, en pleno
nacionalcatolicismo); el colmo del mal gusto y la prepotencia.
Una placa de piedra sobre una roca, con el batolito de las
Peñas de Aya al fondo: “Paulo, 1982-1993”, y un lauburu.
En la ermita de Guadalupe, al mediodía, un silencio que
resuena en la cabeza, aún aturdida por la caminata sobre las cumbres; afuera,
un sol hermoso, las piadas de las aves.
Ibas a pasar de largo pero, finalmente, inducido por uno que
deambulaba como tú, has entrado en la ermita. Sin embargo, tu forma de “pasar
de largo” ha sido otra: observar el arte, las pinturas murales, el crucificado
que cuelga de la bóveda, la Virgen rodeada de su esplendor. No has sido capaz
de “recogerte”, siquiera por cinco minutos (en la ermita de Guadalupe)
La Virgen, la Madre, el mito eterno. ¿El mito?
La ruta
El río Bidasoa. Hendaya al otro lado. Hondarribia en éste. El monte Larrún al fondo.
Helechales y castaños, a tono con la estación
Desde la ermita de Gudalupe, en Hondarribia (Guipúzcoa), por
el camino de Santiago de la costa, durante cuatro o cinco kilómetros. En
dirección a Pasajes, camino a la derecha que asciende hasta el mirador del
monte Jaizkibel, y retorno por la cumbre hasta el punto de partida.
Al otro lado de la creta, vistas sobre el mar y la costa vasco-española; el mar que abate un pequeño saliente con un sonido percutivo
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