Veo en la tele un fascinante documental
sobre una peregrinación religiosa en India. Millones de devotos junto al Ganges. La gente
se instala en campamentos que ocupan grandes superficies, auténticas ciudades
sobre el barro, un hacinamiento monstruoso, gran colorido, santones
idolatrados, gurús protegidos por la policía para poder desplazarse entre la
multitud. Ritos para entrar en el río sagrado, nunca primero con los pies, se
agachan, cogen agua con las manos, se sumergen. Unos junto a otros
cubriendo las orillas del río sagrado. Tipos que se torturan, tipos que se
dejan pudrir un brazo que han inmovilizado previamente. Y no hace décadas. Ayer,
hoy, pasado mañana. Algo inconcebible en
Occidente, ni siquiera en el Islam. Se les ve alegres, concentrados,
ilusionados. Qué sería de toda esta gente sin la
religión. Aquí ya hace tiempo que nos hemos olvidado de todo esto. La humanidad
no vive en el mismo momento de la Historia. La Historia en realidad sólo es una
rama de la literatura. Pero la humanidad no lee.