Una de las casas blasonadas o palacios que proliferan en la bella Medinaceli
Un arco romano de triple arcada,
8,10 metros de altura y de estilo africano recibe al visitante. Fue levantado
en el siglo I d.C. Cumplía una función conmemorativa y se utilizaba como puerta
de acceso.
Medinaceli ha sido una ciudad
importante a lo largo de la historia debido sobre todo a su emplazamiento
estratégico. Marcó la línea divisoria entre cristianos y musulmanes y, más
tarde, entre aragoneses y castellanos.
Se cree que el caudillo Almanzor
murió en su alcazaba, en 1002, tras su derrota en la batalla de Catalañazor. Un
rey aragonés, Alfonso I el Batallador, la recuperó para la cristiandad. Pocos
años después pasó a manos castellanas.
En Medinaceli hay media docena o más
de monumentos de gran interés: la Colegiata, el palacio de los duques, la
puerta árabe, la alcazaba, la plaza mayor con su alhóndiga, los mosaicos, el
convento de clarisas, etcétera.
Sin embargo, lo que más me ha
impresionado de esta ciudad, han sido sus calles y sus casas blasonadas,
rodeadas de frondosos jardines cobijados tras altos muros perimetrales. En este
caluroso 15 de agosto debe ser extraordinario poder refugiarse en alguno de ellos
y mantenerse alejado de los numerosos turistas que nos hemos encaramado a este
risco.
Pasear por estas calles, algunas de
gran estrechez, es un auténtico placer, y lo sería aún más, sin duda, en otra
fecha menos concurrida.
Ruinas del beaterío de San Román
Me ha llamado la atención también un
edificio en ruinas, el llamado beaterío de San Román, que fue parroquia hasta
1556, fecha en la que se utilizó como beaterío o residencia de mujeres devotas
que vivían en comunidad sin someterse a las reglas eclesiásticas.
Posteriormente y hasta 1939 adoptaron la regla de San Jerónimo.
Por la estructura de su planta se
sospecha que al principio pudo ser un templo no cristiano. La influencia
oriental, la ubicación en el barrio judío y su orientación sugieren que pudo
tratarse de una sinagoga.
La casa consistorial
Plaza Mayor con el palacio ducal a la izquierda
Patio del palacio ducal que alberga salas de exposiciones
El palacio de los duques de
Medinaceli es un edificio renacentista del siglo XVI que ocupa una de las
fachadas de la plaza Mayor. Cayó en desuso en el siglo XIX (los duques tenían
varios palacios repartidos por toda España y se conoce que no pudieron ocuparse
de este) hasta llegar a una ruina casi total. No fue hasta finales del siglo XX
que empezó a restaurarse. Desde hace diez años la planta baja alberga varias
salas de exposiciones y un mosaico romano.
Desde la carretera que asciende
hasta la ciudad histórica, el castillo, levantado sobre la primitiva alcazaba
árabe, ofrece un aspecto impresionante, con sus tres torreones y su torre del
homenaje desmochada. Los muros son ciegos lo que le proporciona fuerza y
simplicidad. En la actualidad se utiliza como cementerio.
La puerta árabe o del Mercado. El
otro primitivo acceso a la ciudad que se mantiene en pie. Muy reformada. Es
posible que, en su origen, fuera de arco de herradura.