Las mismas preguntas insidiosas una
y otra vez. Qué afán el de los plumillas en enredarlo para crear polémica, que
insistencia estúpida en provocar enfrentamiento y pelea.
Nos gusta demasiado la bronca. Somos incapaces de placeres más refinados. Ni en el
deporte, ni en la política, ni en la convivencia. Es nuestra ancestral pobreza
de espíritu.
Y algunos espabilados se aprovechan,
como no podía ser menos.
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