La camarera. Ayer le pedí a la camarera un café con leche “bien caliente”. Me lo puso tibio. Hoy se lo he pedido “muy caliente”. Lo ha puesto un poco menos tibio que ayer. Mañana cambiaré de bar, ya que no puedo cambiar de camarera.
Dolor de cabeza. En el bar donde me conecto a internet, a mi derecha, dos hombres y dos mujeres aún jóvenes debaten a media mañana sobre un tema clásico: las relaciones hombres/mujeres. Yo estoy a mis cosas pero no puedo evitar (gritan mucho) escuchar retazos de la conversación. Me escapo a tiempo y sólo con medio dolor de cabeza, tanto por los gritos como por el tema.
Visita rápida. Visita rápida a la Cartuja de Miraflores para comprar unos jabones que le han encargado a mi hija Teresa. Una vez gestionado el asunto no resisto la tentación de entrar a la iglesia para ver otra vez el gran retablo de Gil de Siloé y los mausoleos de los reyes Juan II de Castilla e Isabel de Portugal, y el de su hijo el infante Alfonso.
El retablo lo voy descubriendo en sucesivas visitas. Cada vez me gusta más. Tiene una delicadeza y una ingenuidad que uno no se espera en el gótico. La escena de la última cena de Jesús, con María lavando los pies del Maestro y la cabeza del discípulo amado que aparece en una bandeja, es pasmosa. La despedida, naturalmente, es para la impresionante talla de San Bruno que se guarda en una salita penumbrosa en un lateral del claustro. La belleza y virilidad de ese rostro y ese gesto es extraodinaria.
Titulares. Soy muy aficionado a la lectura de periódicos. Hasta el punto de que ya no sé si se trata de una afición o de un vicio del que no termino de curarme. Como aficionado soy más bien malo, porque ya he abandonado casi por completo el papel, algo que horroriza a los puristas porque los puristas nunca faltan en ninguna actividad. Una de las cosas que he aprendido con el tiempo es a no fiarme de los titulares. La mayoría son falsos, han sido manipulados sin escrúpulo alguno para resultar más atractivos, y no respetan ni la realidad ni la textualidad. Esto, en los medios digitales, donde la competencia es feroz, es aún mucho peor que en el papel.
Mentiras piadosas. Hoy empieza en Madrid la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión. Es el tipo de feria que me interesa porque las otras, las que exhiben las novedades del mercado, no necesito ir a verlas; para eso están las librerías. Ya que estoy en Burgos, me hubiera gustado asistir, pero ir y venir en el día son seis horas de autobús y me ha dado mucha pereza. Entonces me he dicho: “Tengo un montón de libros pendientes de lectura y no llego a todo.” El argumento lo he reforzado con: “Quizá pueda hacer un viaje rápido dentro de unos días.” Mentiras piadosas. Sobre todo la primera y, bien pensado, aún más la segunda. Los adictos a los libros sabemos que ese libro importante para nosotros, imprescindible, el libro que llevamos años buscando, el libro que nos arrancará el corazón y nos hará cosquillas en la mente, puede estar esperándonos en una Feria como ésta.
Whisky o suicidio. Así, sin más, una tuitera lanza la siguiente pregunta: “¿Debería suicidarme o prepararme un whisky?” La mujer tiene 19.000 seguidores y 93 respuestas o comentarios a su pregunta. Ante semejante frivolidad de viernes por la tarde me han dado ganas de decirle: “Suicídate.” No lo he hecho, claro, pero ya tiene un seguidor menos.
El arte de la propaganda. Como antes de que nos demos cuenta vamos a estar de nuevo frente a otra invasión propagandística, me animo a repescar esta nota que escribí hace un par de semanas.
Camino por una larga y ancha avenida. De las farolas cuelga publicidad electoral; retratos de los candidatos y eslóganes. Como el paseo es largo, tengo tiempo de sacar mis conclusiones. La derecha y el centro saben poco de propaganda. Quien domina este arte es la izquierda. La izquierda se atreve con una foto de dos mujeres abrazadas y con otra en que aparece el rostro de una mujer atractiva en la que pone: “No es no”. “La España que quieres” dice el eslogan. Todo muy en femenino, aunque luego el timón lo lleve un varón. La derecha y el centro, por su parte, parecen anclados en el acartonamiento, con fotos de sus archisabidos líderes y eslóganes convencionales.
“A mi no me interesó nunca la política, dice Borges. Me interesó más la ética.”
Dr. Destouches. El escritor francés Louis Ferdinand Destouches, alias Céline, no es un ejemplo de nada, salvo de escritor excelso y divertido. He cazado una cita suya, que puede ambientar un poco estas atosigantes jornadas preelectorales: “Nunca he votado en mi vida… Siempre he sabido y entendido que los idiotas son mayoría, por lo que es seguro que van a ganar.” No parece que la democracia fuera una de las debilidades del dr. Destouches.
*
Foto 1. Con Gemma, en la Cartuja de Miraflores.
Foto 2. Impresionante talla de San Bruno, fundador de la Cartuja.
---
No hay comentarios:
Publicar un comentario