El paraje Los Molinos es un pequeño oasis verde
La comarca burgalesa de la Bureba es una gran depresión rodeada por un arco de sierras y montes, una llanura cerealista. A través de Pancorbo sirve de acceso a la Meseta.
Poza de la Sal es una de sus villas principales. En el Bronce y el Hierro, como el resto de la comarca, sirvió de asentamiento de los austrigones. Tuvo gran importancia en la época romana, debido a su producción de sal, producto básico para la conservación de los alimentos.
Poza fue fundada con motivo de la repoblación fomentada por el conde Rodríguez Porcelos a final del IX, fecha en la que también se fundó la capital, Burgos.
Alcanzó su esplendor a mediados del XIX, con 2700 habitantes. A finales del XX había descendido a 455.
Es una localidad asentada en la ladera de una sierra. Domina, desde la fortaleza de la familia Rojas, las llanuras a su alrededor.
Sus calles estrechas, su estructura medieval, los viejos edificios le prestan un gran encanto para el paseo.
En Poza de la Sal nace un bonito paseo que conduce hasta un paraje denominado los Molinos, para alcanzar un antiguo monasterio, ascender a un monte y regresar al punto de origen.
Viñas junto al camino
La ermita en ruinas es el primer hito del camino
La Mesa de Oña, a la derecha, domina el paisaje en buena parte del paseo
Otra vez la Mesa, detrás de un campo recién cosechado
Arroyos que confluyen en los Molinos
El agua impasible en el paraje solitario
El muro del antiguo monasterio, junto al camino. El acceso a las ruinas está cerrado y custodiado por mastines.
El camino de tierra rojiza serpentea entre los campos y el arbolado
El caserío de Poza, presidido por el castillo y protegido por un gran risco y antiguas murallas
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