jueves, 10 de diciembre de 2020

Lost in Translation

 



Me gusta el cine de Sofia Coppola. No comparto el modo alguno la etiqueta de “niña de papa” que le han puesto algunos críticos y aficionados. Me gustan todas las películas que he visto de ella, me gustan hasta sus cortos publicitarios.

Ayer noche, por casualidad, encontré en una tele francesa, su película que más me gusta hasta la fecha, Lost in Translation. Volví a verla con placer, pese a que tuve dudas sobre si me gustaría tanto como la primera vez.


Qué forma más sutil y encantadora de manejar una historia de amor imposible. Qué gran actor es Bill Murray, con esa mezcla de comicidad y melancolía que imprime a su personaje.


Qué belleza la de Scarlette Johansson, con qué delicadeza la trata la directora, regalándonos unos adorables planos de su rostro y su figura.


Cuánta emoción contenida hay en los sutiles gestos de acercamiento y cariño entre los dos protagonistas, perdidos ambos en la inmensa, sorpresiva y agobiante ciudad de Tokio.


Esta, la megalópolis, es la tercera protagonista de la película. Cómo se recrea la cámara recorriendo trepidante las calles, los edificios, las tiendas… Todo Japón y su cultura aparecen reflejadas en mil detalles, desde el arte de la composición floral hasta lajardineria, la cocina, los videojuegos, el sintoismo…


Ojalá hubiera más “niñas de papá” que hicieran películas tan bellas y emotivas como ésta.


---